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Estoy en la cocina, preparando huevos rellenos, a mamá le encantan. El cielo está gris, ha empezado a chispear y se oyen truenos sin parar, amenaza tormenta. Me gustan los días grises de verano. Murcia está desierta, comienza el puente de agosto y todo el mundo ha desaparecido. Mire adonde mire la mayor parte de las casas tienen las persianas bajadas, no hay un alma. Entiendo que abrir un negocio en una ciudad en la que queda muy poca gente es un gasto, más en los tiempos que corren, pero no entiendo cómo una ciudad como Murcia en agosto se convierte en un lugar fantasma, donde o te metes al Corte inglés, centros comerciales, o la vida de barrio ha muerto y me parece inconcebible. Es como si la gente que queda en la ciudad estuviera condenada a no hacer nada.
Ha empezado a llover, apenas se mojan las terrazas de las casas que veo desde la ventana de la cocina, pero huele a lluvia y eso me gusta. El sonido de las chicharras ameniza la tarde que sigue siendo calurosa. He terminado el libro de Nora Ephron, No me acuerdo de nada, una serie de piezas sobre experiencias de su vida, muy divertido y fresquito. De padres cineastas y mujer de uno de los periodistas que destapó el caso Watergate. Guionista y directora de cine, Cuando Harry encontró a Sally, Tienes un e-mail o Se acabó el pastel, con Meryl Streep y Jack Nicholson, película que ha formado parte de mi adolescencia. Mamá la tenía grabada junto a Érase una vez América y El Honor de Los Prizzi y cuando se iban de viaje me gustaba sacar el cajón de las películas y hacerme un maratón nada propio de mi edad. Cuando debía estar en discotecas, me sentaba a ver cine.
Hace viento y no me gusta, no trae nada bueno. Siguen los truenos y los relámpagos y todavía hay cuñaos que dicen que el cambio climático es un invento de la izquierda. Aún no he sido capaz de acabar la serie de los Medici, es como si no quisiera terminarla. Me dices que no me fie de las series de ficción histórica, y es que no se puede comparar el esperpento y atentado al buen gusto de La Princesa Blanca, con Rossy de Palma haciendo de Isabel La Católica y una Catalina de Aragón bailando cómo si estuviera participando en Idol Kids medieval, con la serie de producción italiana que yo estoy viendo, elegante, con rigor y un buen casting. Qué tengo fijación con lo italiano, no diré que no, amici.
Me alegro de que hayas disfrutado de la sierra en la tierra de la libertad y te hayas reencontrado con tus amigos, también espero que en tu maleta haya dos flotadores luminosos, hasta aquí puedo leer: guiño, codazo, guiño. Lo de viajar de noche en autobús es tu especialidad, te recuerdo que llegaste a Madrid, a mi tejado, un 21 de mayo de este año a las 6.30 de la mañana para ser parte del equipo de producción en un partido histórico para el mundo del rugby, ¿lo recuerdas? No me hables de trenes, que llevo más de veinte años montada en uno, y cada día las infraestructuras de nuestro país y las de la mejor tierra del mundo, en modo irónico, me parecen lo peor. Así que intentemos no romantizar los viajes por muy idílicos que fueran en su momento. Y si en casa de tus amigos te has remangado para echarles una mano con el jardín, acabo de visualizarte lijando uno de mis muebles de la casa en la toscana, o en Las Negras, no creas que con mi vuelta al asfalto la idea se ha borrado de mi mente, porque aquí sigue.
He visto Grease tumbada junto a mamá, mientras ella con los ojos cerrados a punto de dormirse tarareaba las canciones, me ha hecho sonreír. La vida es esto.
Me dijiste que me contarías tus sueños, lo espero.
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